miércoles, 25 de febrero de 2015

Historia reciente de la raza: la realidad al descubierto

Hay en la web de la AEPME -sitio que no acostumbro a visitar, como comprenderán los que me conocen, pero que a veces, como en este caso, guarda alguna sorpresa interesante-, un artículo en formato pdf de Carlos Salas Melero (personaje ilustre en el mundillo de la raza oficial) titulado "El Mastín Español. En Busca del Siglo Perdido" (se puede descargar aquí: http://www.aepme.org/joomla/index.php/articulos-sobre-la-raza/342-carlos-salas-melero-el-mastin-espanol-en-busca-del-siglo-perdido). El artículo es bastante esclarecedor sobre la historia reciente de la raza, y bastante esclarecedor también sobre el punto de vista de esta gente del ámbito de la cinofilia oficial.

Analizando el artículo desde un principio, queda claro que el objetivo era convertir al mastín en una casta canina homogénea con un único morfotipo, un único tipo de pelo y hasta una única capa -como dice el autor, "una afinidad en la piel, pelo y color"-, cuyos ejemplares estuvieran todos relacionados genéticamente entre sí; es decir, equipararlo a las razas que fueron creadas o unificadas a lo largo del siglo XIX y principios del XX, entre las que se encuentran las más populares actualmente. Había que modernizarlo, estandarizar la población mastinera para que dejara de ser una agrupación racial diversa genotípica y fenotípicamente y se pudiera considerar una raza propiamente dicha. Pienso que a estos personajes de la cinofilia no les habría ido mal echar un vistazo a la ponencia de V. Beregovoy: http://elmastindecampo.blogspot.com.es/2014/03/nuevo-articulo-el-concepto-de-raza.html.

Me llaman la atención algunas ideas que el autor deja entrever, como la concepción de las capas pías o pintas como algo negativo -cuando habla sobre las primeras inscripciones en el Libro de Orígenes-. Tambien la obsesión por el tamaño y la vistosidad en el mastín, con alusiones como "mini-mastín", "pequeños perros", o cuando habla de ciertos canes de gran envergadura, especialmente bellos y espectaculares, llamados a ser "los verdaderos y más cualificados representantes de las huestes mastineras", a pesar de afirmar unas líneas antes que ese tipo de perro comenzó a verse en gran número a partir de cierta época, siendo de mayor envergadura que los constatados hasta entonces. Y digo yo, si hasta entonces no existían o no eran tan numerosos, no podrían ser los más dignos representantes de la raza.
Otra frase reveladora a mi entender es aquella en la que el autor dice que, apoyándose en el material fotográfico de la primera mitad del siglo XX, no encuentra ningún ejemplar al que "sin reservas se le pudiese conceder el RRC (Registro de Razas Caninas) en el momento actual". A mí me parece que por ejemplo Machaco, el primer mastín inscrito en el LOE, cuya foto aparece en el artículo, era un digno representante de la raza.

Llaman la atención también algunos piés de foto como aquel que alude a una "línea de perros de gran altura, costilla plana y piel no desprendida que mantiene sus caracteres muy firmemente", plasmada con sendas fotos de dos mastines, uno de los años 50 y otro de los 80. Tipologías como ésta han sido despreciadas y denostadas por parte de gente del ámbito oficial, gente implicada en la formación del moderno Mastín Español y aficionados tambien, se les ha llamado menostines, perrigalgos, apodencados, mestizos, etc.

Lo más jugoso del artículo en mi opinión se encuentra en la última página, en el último apartado denominado "El Mastín Español y la Tipicidad". El apartado entero es como para destacarlo en negrita, por el descaro que muestra al reconocer -como nosotros venimos tiempo diciendo y mostrando en los blogs- que los mastines de diversos países euroasiáticos tienen cierta similitud, pero que para ser considerados razas deben plantear unos rasgos propios que los diferencien de otras "patentes" afines, dicho en estos mismos términos. Estos rasgos habría que "tratar de fijarlos en la población general". El objetivo sería que el mastín tuviera "proyección y consideración tanto a nivel nacional como internacional".
 Afirma el autor que establecer unos "criterios restrictivos y precisos de selección" es lo que hace posible "la existencia de multitud de razas, muchas de ellas muy parecidas entre sí". Digo yo, ¿no sería mejor ser coherentes con la realidad, admitir que este concepto de raza canina que se tiene actualmente es erróneo, mostrar cómo son realmente las poblaciones caninas y tratar de conservarlas o mejorarlas pero respetando su diversidad, en vez de transformarlas o tratar de diferenciarlas de otras para intentar conseguir un reconocimiento fatuo, que seguramente responda a egos nacionalistas o patriotismos absurdos, para pasar por el aro de las normas carentes de sentido de la Federación Cinológica Internacional?


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